skip to Main Content
Móvil: +1-829-383-6777 Móvil: +1-809-399-3520 Teléfono: 809-580-1171 Ext.: 7292

¿Qué es la Queratoconjuntivitis Atópica?

La queratoconjuntivitis atópica es una enfermedad alérgica crónica y poco frecuente de la córnea y la conjuntiva que se da en todos los grupos de edad en el contexto de una dermatitis atópica. La queratoconjuntivitis atópica es una enfermedad inflamatoria no infecciosa crónica y es una de las más graves complicaciones oftálmicas asociadas con dermatitis atópica.

El compromiso ocular se presenta en el 25 a 40% de los pacientes con dermatitis atópica y se manifiesta de forma bilateral y simétrica; se asocia con la historia familiar de una o enfermedades atópicas (asma, rinitis alérgica o conjuntivitis).

Síntomas

Si bien es una enfermedad perenne, sus síntomas pueden empeorar en el invierno. En contraste a la dermatitis atópica, que por norma general se observa en la infancia, la queratoconjuntivitis atópica aparece a lo largo de la adolescencia tardía y la adultez temprana. Los síntomas oculares asociados son el prurito ocular, lagrimeo, fotofobia y descarga mucosa, los cuales tienen un carácter perenne y persistente. El compromiso ocular puede seguir un curso independiente del cutáneo, afectando a los pacientes hasta los 50 a 60 años.

Diagnóstico

El diagnóstico es fundamentalmente clínico, atendiendo a los síntomas y signos que presenta el paciente. Esta enfermedad tiene carácter estacional en la mayoría de los casos y solo en algunos puede ser perenne.

El prurito ocular es el síntoma principal y más frecuente, que se acompaña de lagrimeo y secreción ocular mucosa, fotofobia, sensación de cuerpo extraño, parpadeo constante y visión borrosa, que se acentúan durante las exacerbaciones y por la exposición a los alérgenos

Para valorar los signos más frecuentes y poder evaluar el grado de severidad en el que se encuentra el paciente, hay que realizar una exploración sistematizada.

Desde el punto de vista del alergólogo es necesario realizar pruebas cutáneas (Prick Test): se pueden realizar con distintos alérgenos (ácaros del polvo, pólenes, epitelios de animales, hongos, látex, cucaracha) según la exposición e historia clínica del paciente.

Pruebas complementarias de laboratorio

Aunque el diagnóstico es fundamentalmente clínico, como hemos dicho anteriormente, disponemos de otras pruebas complementarias de laboratorio para la confirmación.

La presencia de eosinofilia en el raspado conjuntival contribuye al diagnóstico (presente hasta en el 85 % de los casos) pero su ausencia no lo excluye, y puede también estar presente en pacientes con otros tipos de conjuntivitis alérgicas.

La determinación de IgE sérica total y en lágrima, las pruebas cutáneas y la eosinofilia en sangre periférica pueden aportar una mayor evidencia al diagnóstico, pero hay una gran variabilidad en los niveles de IgE y los prick-test no siempre son positivos en los pacientes con QCV, sobre todo en las regiones de África y en aquellos pacientes sin historia de rinitis5. Además, las formas limbar y palpebral no difieren en los niveles de IgE sérica o en lágrima.

Por último, hay que considerar que alrededor de un 40 % de los casos asocian antecedentes de atopia familiar y personal, que también nos orientarán hacia el diagnóstico.

Complicaciones

Las complicaciones corneales se presentan en el 75% de los casos. Si no se trata, puede progresar a ulceración, cicatrización, cataratas, queratocono, y la vascularización de la córnea. Puede resultar en una disminución de la visión o ceguera.

Tratamiento

Evitar desencadenantes específicos e inespecíficos como primera medida de controlar los síntomas oculares.  La combinación de antihistamínicos orales tópicos y estabilizadores de los mastocitos por norma general es eficientes en el control de síntomas, además la  aplicación de compresas frías, la higiene palpebral y los lubricantes tópicos. Los  corticoides tópicos pueden utilizarse en pautas cortas cuando exista afectación corneal y más potente que los utilizados en conjuntivitis alérgica (prednisolona, dexametasona o betametasona). Evitar alérgenos e irritantes. Valorar inmunoterapia especifica. Si rinitis asociada, valorar tratamiento según ARIA.

El tratamiento es responsabilidad del Oftalmólogo y alergólogo competente.

Comparte esta información en tus Redes Sociales:
Back To Top